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¡No dejamos caer las manos!




 

Cómo Jehová nos cuidó durante la pandemia

No dejamos caer las manos, la pandemia fue un tiempo de dura prueba para todos. Cada familia tuvo que enfrentar sus propios desafíos, y hoy quiero contarte cómo lo vivimos en casa y cómo experimentamos el cuidado y la guía de Jehová de una manera muy especial.

Antes de que todo comenzara, tenía un empleo estable. No era el mejor pagado, pero nos permitía cubrir los gastos básicos del hogar. Teníamos una rutina, un ingreso fijo y cierta tranquilidad. Sin embargo, cuando llegó la pandemia, todo cambió drásticamente. La empresa donde trabajaba comenzó a tener dificultades económicas. Primero me redujeron el salario al 50%, con la promesa de pagar el resto más adelante. Pero ese “más adelante” nunca llegaba, y mes tras mes la deuda crecía.

Nuestra economía, que ya era ajustada, empezó a desmoronarse. No fue fácil ver cómo los pocos ahorros se esfumaban. Cada día traía nuevos dilemas: cómo pagar el arriendo, los servicios básicos, cómo estirar lo que teníamos para la comida, cómo mantener la paz en casa en medio de tanta incertidumbre. Pero en medio de todo eso, había algo que no queríamos perder: nuestra fe en Jehová.

Nos aferramos con fuerza a las palabras de Sofonías 3:16: “No dejes que tus manos caigan.” Este versículo nos animó a no rendirnos, a no permitir que la preocupación nos paralizara. Decidimos actuar con fe. Fue entonces cuando mi esposa, junto con algunos familiares, propusieron vender empanadas de verde. Era un producto tradicional, muy querido en nuestra zona, y algo que podíamos hacer desde casa. Al principio, tenía mis ocupaciones. Pero pronto me uní al equipo.

Aunque era un trabajo humilde, nos trajo muchas bendiciones. No solo nos permitió sobrevivir económicamente, sino que también nos unió más como familia. Pasábamos tiempo cocinando juntos, preparando los pedidos, saliendo a vender en los alrededores. Aprovechábamos esos momentos para reír, para conversar, para orar juntos y animarnos mutuamente.

Vimos con nuestros propios ojos cómo Jehová nos sostenía. Había días en los que parecía que no íbamos a lograr cubrir los gastos, pero entonces ocurría algo inesperado: una venta grande, un nuevo cliente, o alguien que se llevaba más productos de lo normal. Sentíamos que era Jehová diciéndonos: “Estoy aquí, no están solos.”

Además, gracias a este cambio de rutina, pudimos dedicar más tiempo al ministerio y a las actividades de la congregación. Ya no estábamos atados a un horario de oficina. Podíamos organizar mejor nuestro día para hacer llamadas, escribir cartas y estar disponibles para animar a otros hermanos. Eso fortaleció muchísimo nuestra fe.

Una experiencia que nunca olvidaremos fue un día en el que aún teníamos muchas empanadas por vender, pero se acercaba la hora de la reunión. Nos debatíamos entre seguir vendiendo o regresar a casa para conectarnos a tiempo. Como el producto era fresco, no se podía guardar para el día siguiente. Conversamos y decidimos que Jehová es lo más importante. Sin dudarlo, empezamos a regresar.

No habíamos caminado ni 50 metros cuando, de repente, comenzaron a salir personas a comprarnos. Fue impresionante. En menos de 10 minutos ¡vendimos todo! Quedamos sin palabras. Estábamos seguros de que Jehová nos estaba bendiciendo por poner primero los intereses del Reino. Volvimos a casa con el corazón lleno de gratitud y con lágrimas en los ojos.

Hoy, al mirar hacia atrás, no solo recordamos ese tiempo como una etapa difícil, sino como una oportunidad de crecimiento espiritual. Aprendimos lo que significa depender realmente de Jehová, confiar en que Él cumple su promesa de cuidar de nosotros cuando ponemos su Reino en primer lugar (Mateo 6:33). También aprendimos a trabajar con humildad, a mantenernos unidos y a ser resilientes.

Sí, fueron momentos duros. Pero también fueron momentos en los que nuestra fe brilló más intensamente. Y si tú estás pasando por una situación similar, queremos decirte algo desde el corazón: no dejes caer las manos. Jehová está contigo. Cuando lo pones a Él primero, hay bendiciones inesperadas esperándote en el camino.

 

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